LA SOMBRA ESPAÑOLA

Escrito por Paulo Montes
La presencia de algunos grupos económicos extranjeros en Colombia es tan visible e innegable que desconocen de tajo los argumentos constitucionales que le otorgan al Estado y los gobiernos de turno autonomía en los asuntos políticos, económicos, sociales, entre otros, aunado a su vez al referente lógico de pérdida gradual de soberanía. Es común oír que efectivamente nuestro país se ha convertido en la aliada estratégica de algunas naciones desarrolladas y que las multinacionales afincadas en nuestro territorio pretenden estrechar lazos de hermandad.
Sin embargo, estamos lejos de eso que Uribe nos vende en cada concejo comunal con el consabido argumento de potenciar la inversión extranjera. Visto desde una perspectiva crítica: “Los estados-nación han ido cediendo parte de su soberanía y, en paralelo, las compañías multinacionales han venido adquiriendo mayor influencia y poder” . De ahí que las relaciones de ese nivel entre una nación-potencia con una subdesarrollada –como lo es en nuestro caso– presupone cierto dominio del actor más fuerte.
Nuestra nación amiga más cercana es EEUU. Es obvio que ese es un eufemismo con el cual se restringe la amarga realidad de nuestra situación: Colombia es la despensa natural de los que tienen el poder y en política o economía –si no en las dos– muy difícilmente se habla de amigos.
El país del Norte, explota sin misericordia los recursos naturales que se poseen en el territorio colombiano. Esta realidad, vaticinada como sabemos por el Libertador en su Carta a Jamaica (1815), nos da para reflexionar en cierta medida sobre cuál Independencia celebra el Establecimiento. Si es para conmemorar nuestro Grito independentista sobre el yugo español, termina por ser una falacia más. Porque España sigue dominando aquí, no al mismo ritmo que lo hizo hace dos siglos, pero con un importante equilibrio que le ha permitido posicionarse en las altas esferas de poder.
El asentamiento del país ibérico en estas tierras, tiene cabida luego de las formulas neoliberales implantadas por Cesar Gaviria. Con la apertura económica y una serie de reglamentaciones lesivas para la nación, fue inminente que el capital extranjero entrara con mayor fuerza al mercado colombiano. Y es de este modo en que el poderío español vuelve a establecerse con mayor fuerza. Mapfre, Telefónica, BBVA, Santander, Grupo PRISA, Gas Natural, Repsol, Cepsa, Endesa, Unión Fenosa y demás emporios son un ejemplo fehaciente de este fenómeno.
Hay una consideración importante que no debe pasar por alto. La apuesta comercial que la nación europea hace en nuestro país está ligada a explotación de recursos naturales. Gas Natural, Repsol, Cepsa, Endesa, Unión Fenosa encarnan ese proyecto inconcluso por los “conquistadores” hace ya 500 años. Obviamente, la respuesta de las representaciones sociales y ambientales no se ha hecho esperar. Algunos académicos explican este hecho así: “Las quejas de la población obedecen a que se responsabiliza a las multinacionales de ser las causantes del expolio y el saqueo de los recursos naturales, la privatización de los servicios públicos o la desregulación del mercado laboral.”
Las comunicaciones también han sido un cimiento en donde el capital ibérico descansa su autoridad. Telefónica, ha aumentado sus recursos de una manera vertiginosa y se afinca más en nuestra sociedad consumista. Y en el campo mediático, como tal, es el Grupo PRISA quien domina las acciones de Caracol Radio, ahora es el nuevo socio de El Tiempo. Todo lo que se produce en el campo informativo viene orientado según las especificaciones que haga el emporio español. Claramente las noticias e información vienen condicionadas con una posición político e ideológica determinante. Junto a este flanco mediático, se halla la reconocible expansión española en el sector financiero. BBVA y Santander, mandan la parada en la banca nacional.
Estas consideraciones no son nuevas, aunque si pareciera que pasan por alto por la conciencia popular. Es entendible que el dominio español pueda ser desconocido por el grueso de la población colombiana. Nos hemos ceñido al juicio de señalar a EEUU como el principal actor dominante de nuestro territorio dejando a un lado a las demás naciones que buscan sus beneficios. Próximamente tendremos a algunas potencias asiáticas en la misma dirección de la Unión Europea.
Con estas consideraciones se pretende sustentar nuestra lucha y el compromiso revolucionario de propender por la construcción de una Nueva Colombia, digna y soberana. No llamemos libertad a esta opresión extranjera; sería insensato cubrir esta impune práctica por el bien del país. Entendiendo que el enemigo del pueblo sigue en estas tierras haciendo y deshaciendo sobre nuestros recursos, gracias a leyes permisivas y la inconsciencia del Estado, nuestra labor se orienta a organizar y movilizar a la comunidad, mostrándole los alcances de estos el libre derecho de resistencia. Se asoma así, la necesidad de una segunda Independencia. O por lo menos, la conclusión del sueño libertario.

 
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